Familias rotas, recompuestas… Mientras unas parejas se separan, otras nuevas se forman y, en algunos casos, los niños reaccionan mal. Para los hijos es difícil aceptar a la nueva pareja de su padre, o madre. ¿Cómo conciliar el amor de los adultos con el amor por los niños?
El padre, la madre y los niños bajo un mismo techo: hace tiempo, ése era el modelo clásico de familia. No obstante, hoy en día, desorientadas por las obligaciones impuestas por la paternidad o por miedo a pasar el resto de sus vidas juntos, varias parejas con niños valoran sus incompatibilidades y se separan. El niño, en dos de cada tres casos, se queda con la madre. Cuando los padres “rehacen su vida”, es decir, conocen a una nueva pareja y deciden vivir con ella, el niño no sólo se enfrenta al hecho de que sus padres estén separados, sino que además tiene que asumir que hay cuatro adultos que ejercen autoridad sobre él. Ante una situación a menudo confusa, el niño se subleva y hace que la relación entre la nueva pareja sea más difícil.
AUTORIDAD Y RESPONSABILIDAD
El nuevo, o la nueva cónyuge no tiene ningún estatus jurídico sobre el hijo de su pareja. Sin embargo, sí tiene ciertas responsabilidades y deberes al respecto. Esta ambigüedad suele provocar con bastante frecuencia una guerra conyugal: el padre biológico no suele estar de acuerdo con las decisiones, sobre todo escolares, que toma el nuevo compañero, o compañera, de su expareja. En esa situación, el niño se encuentra en el centro de las disputas y riñas de los adultos: nadie consigue asentar su autoridad y el niño se aprovecha de la situación. “Tú no eres mi padre, así que tú no me mandas”, es una frase típica del niño que, en el fondo, reprocha a su padre biológico su ausencia. El nuevo compañero, o compañera, se siente ridiculizado a pesar de todos sus esfuerzos; la historia de amor puede girar y convertirse en una lucha de influencias que, en algunos casos, puede acabar en ruptura.
LA PERCEPCIÓN DEL NIÑO(A)
El niño percibe a la nueva pareja de su padre o de su madre como un intruso que rompe la intimidad, algo que ha conseguido a costa de la separación de sus padres. Voluntaria o conscientemente, puede buscar poner en riesgo la nueva relación, puesto que, en algunos casos, aún no ha renunciado a que sus padres puedan volver a estar juntos. Así pues, aunque el recién llegado se muestre amable con el niño, le sonría y le cubra de regalos o incluso satisfaga todos sus caprichos no significa que pueda convivir en harmonía con él.
¿CÓMO EVITAR LOS CONFLICTOS EN CADENA?
Para encontrar tu lugar necesitas respetar ciertos principios:
No vivir como un invitado en la vivienda familiar que el padre o madre biológicos ha abandonado, sino proponer una concertación colectiva para una nueva ordenación del espacio que tendrá en cuenta a todos.
No querer substituir al padre ausente en términos de afecto o autoridad, sino definir con el padre presente y los niños las reglas de la convivencia (participación en las tareas domésticas, el orden en sus habitaciones…).
Respetar el rechazo por parte del niño a confiar en un “desconocido”.
No jugar a “yo soy el jefe de esta familia” que toma todas las decisiones, ya que el niño está acostumbrado a que su padre o su madre organice la vida familiar. En vez de cambiar las cosas de la noche a la mañana es mejor discutirlas en pareja y delante del niño, ya sean proyectos o modificaciones en la organización familiar. Del mismo modo en que nos adaptamos al modo de vida del adulto del que estamos enamorados, sin renunciar a nuestros gustos, es necesario adaptarnos al niño, sin ignorar su opinión.
No juegues al teatrillo del amor con un niño desde el principio porque el niño sentirá la mentira y perderá toda confianza en el nuevo adulto. Es mejor esperar el tiempo necesario hasta que él se muestre más sociable.
En resumen, siempre es mejor hablar con el niño, puesto que ayudará al padre presente a imponer su decisión en cuanto a su nueva pareja. Aunque es verdad que esto no siempre impedirá que los niños se muestren reticentes a la nueva pareja, porque nadie ha contado con su opinión en este cambio familiar tan radical! Así pues, es inútil desenterrar el hacha de guerra: la tranquilidad y la firmeza son armas más eficaces para superar juntos este tipo de obstáculos !!.-