¿Dónde reside entonces el secreto de la conexión? Para resolver esta pregunta,
conviene distinguir entre motivación e ilusión. Quizás nos facilite la tarea
aportando un criterio que explique la pérdida de entusiasmo en una relación de
pareja.
La motivación que surge de ver la realidad de ambos permite transformar las
dificultades y que la conexión crezca. La ilusión se apaga cuando nuestra
motivación sólo traduce los deseos y expectativas propias. La ilusión es una
percepción acomodada sólo a nosotros.
Como punto de partida tengamos presente que en una relación, la desconexión se
va a compensar inevitablemente. Aunque sólo sea Uno de los dos el que
mire fuera de la relación, el que se queda dentro, de alguna manera, decide
inmolarse y pasar factura al que se evade.
Todavía hoy, muchas parejas se mantienen en la convivencia gracias a valores
comunes, sin embargo, en ese estar juntos hasta que la muerte les separe, se
polarizan en roles, golpeados por el aguijón de la insatisfacción que no
pudieron cubrir, pese al deseo de completarse con el otro.
Esa era realmente la motivación última y la gran ilusión.
Tendemos a pensar que el deseo convierte la motivación en un proyecto común.
Siendo la motivación personal e intransferible, es poco probable que que
se comparta por gustarnos, o por coincidir en ciertos valores. Descubrir la
afinidad a nuestra visión de la vida y que sustenta la motivación, es una labor
de conocimiento de las creencias.
El mundo de las creencias nos vincula a aprendizajes y a la activación de
valores, que de no estar claros y a favor, hacen mucho más difícil la
coincidencia y la conciliación. La pareja es un espacio de entendimiento si
cada uno responde a los retos de aprendizaje personal. Especialmente ahora
cuando tradiciones, deseo o valores no son suficientes para que las relaciones
sean duraderas y felices.
Hace unos cuántos años la visión de la vida se resolvía desde un sentido de
tradición, de creencias religiosas, o de patrones familiares venerados y
arraigados. Ahora ello no es suficiente.
Que las madres se refugien en los hijos para convertirles en el sentido de su
existencia, o que los maridos compensen, inflexibles, enfocados en el trabajo
es un recurso que encubre la falta de conexión en la pareja. Y también lo es la
infidelidad.
En definitiva, vale la pena señalar que en un mundo que pide renovación y honestidad para asumir lo que podemos vivir,
mantener la motivación es una oportunidad para salir del círculo vicioso de
querer completarse, desde la proyección, y que a larga sólo busca evitar sin
éxito, el autoconocimiento y el aprendizaje.