Una de las situaciones más comunes a las que me enfrento día a día es al miedo a experimentar en la sexualidad. Hay varios factores que lo causan.
En mi experiencia personal y profesional ocurre por una mezcla extraña entre la desinformación o –peor aún- la información errónea y llena de juicios morales hacia la sexualidad y el contexto social en el que nos desarrollamos y crecimos.
Por ejemplo, de pronto llega un hombre a consulta que tiene problemas de pareja con su mujer porque le fue infiel con una prostituta y cuando le pregunto por qué, me contesta: "hacen cosas que no deberías pedirle a tu mujer".
Esto, claramente muestra una creencia social acerca de cómo debe ser la sexualidad en pareja y lo que está o no permitido.
En otra ocasión, una de mis primeras pacientes, llegó a consulta porque se autodiagnosticó "anorgasmia". Tenía tres hijos y ocho años de matrimonio, no entendía por qué le daba miedo probar cosas diferentes con su marido y por qué no alcanzaba el tan anhelado orgasmo.
Al pasar de las consultas, lo que descubrimos fue que tanto su marido como ella, desconocían la anatomía básica del cuerpo femenino. Él le estimulaba –vigorosamente- cerca del ombligo porque le habían dicho que ahí estaba el clítoris, pero eso no excitaba a su mujer y hacía algo dolorosa la penetración, por lo que era entendible que le asustara probar cosas distintas.
Más allá de entender las razones por las que somos así, lo interesante sería preguntarnos por qué somos así. Generalmente nuestra conducta se basa en creencias, y estas delimitan nuestro mundo. Solo soy capaz de ver lo que creo que existe… la sexualidad no es la excepción.
Así que, no me creas nada de lo que digo, ponlo en duda, pero también cuestiona lo que crees. Que a mí no me guste el sexo oral no quiere decir que esté mal, que sea desagradable o una práctica poco digna; solo significa que no me gusta.
Si pudiéramos empezar a cuestionar nuestras creencias acerca de nuestra sexualidad, lo que nos gusta, lo que no nos gusta, lo que se nos antoja o aquello que queremos probar, pero nos asusta… viviríamos una sexualidad mucho más plena y en paz.
¿Qué crees que influye más? El contexto en el que te desenvuelves, tus costumbres familiares, la cultura del país en el que naciste y/o en el que vives o la falta de información en materia de sexualidad que todos hemos vivido.
Considero que es una suma de todo –para bien y para mal-, justo el problema es darle más peso a una que otra. Cuando determinamos que "algo" es el problema, dejamos de lado lo demás y eso nos impide avanzar.
Como las creencias, las emociones juegan un rol importante en experiencia sexual, incluso si eres sexóloga –como yo- y tengo información clara y científica con respecto a mi sexualidad, hay muchas cosas que temo hacer.
Me gusta creer que pongo mi granito de arena para que la gente viva una sexualidad libre de prejuicios, donde lo único que importe es preguntarte: ¿Está bien para mí? Siempre y cuando el o las personas involucradas sean mayores de edad y estén de acuerdo, ¡todo se vale! Más importante que las respuestas que te pueda dar, las preguntas que te hagas te ayudarán a tomar la mejor decisión.
Cuestiónate, filtra la información y revisa si está bien para ti. No me creas, solo dame el beneficio de la duda. Ve a la vida, ponlo en práctica y ve qué te funciona y qué no.