La economía y el amor parecen dos cosas pertenecientes a diferentes mundos. La primera es pragmática, la segunda ideal. Sin embargo, dentro de una relación de pareja, estos dos elementos están muy cercanos.
¿Hasta qué punto interfieren entre sí? ¿La economía es capaz de variar la intensidad del amor? Hay dos aspectos de la pareja que son los ejes del poder dentro de la relación. El sexo y el dinero. En muchas relaciones, tradicionalmente, se ha jugado con una confrontación de estos dos poderes. La mujer era la dueña del sexo y su manejo, el hombre aportaba el dinero y lo administraba.
Hoy las cosas han cambiado. El equilibrio amor, sexo, dinero es mucho más equitativo.
Mucho dinero, mucho amor
Esta ecuación es fácil. Si no hay problemas económicos y hay amor, toda relación, en principio, debiera funcionar perfectamente. Nada distraería a los miembros de la pareja de disfrutar salidas, complacer con regalos, compartir gustos sin preocupación. El escenario y la rutina que cobijan ese amor son agradables. La economía saludable, ya sea en común o de cada uno de los miembros de la relación, es un lubricante natural para el buen funcionamiento de la pareja.
Mucho dinero, poco amor
Hay veces en las que una economía doméstica saludable no es una ayuda para la relación de pareja. Es cierto que el dinero ayuda a ser feliz pero no sustituye, de ninguna forma, al amor. El amor no se puede comprar. Se puede pagar por tener sexo. Se puede pagar por tener una compañía. No se puede pagar el amor puesto que no es un sentimiento voluntario.
El amor es involuntario, inesperado y, muchas veces, inoportuno. Nos enamoramos de las personas menos pensadas en las situaciones más extrañas. Hay poco que el dinero pueda hacer frente al amor verdadero.
Poco dinero, ¿poco amor?
La crisis económica que comenzó en Estados Unidos en 2007 hizo que muchas parejas,casadas o no, enfrentaran un nuevo reto en sus relaciones. Las dificultades económicas y el manejo del dinero pueden ser causa de muchos conflictos serios.
Hablar de dinero dentro del marco de la pareja es muy incómodo. Pero es mucho más saludable hablar de ello y poner las cartas sobre la mesa. De ese modo hay una línea clara que separa el aspecto práctico del afectivo. Dejar este tema sin hablar, sobre todo en tiempos de crisis económica, es la manera más efectiva de causar una discusión por dinero dentro de la pareja.
La recesión económica actual es causa de que cerca del 43% de las parejas estadounidenses discutan frecuentemente por dinero.
El problema más importante no está en lo obvio: la dificultad para adquirir y pagar bienes materiales y de sustento. El problema, dentro de las parejas, empieza a estar en el desbalance del poder económico en la pareja.
Si uno de los dos se queda sin trabajo puede sentir que el otro, que aporta el dinero, tiene el poder de decisión sobre todas los temas relacionados con las finanzas domésticas. Es entonces cuando aparecen los roces y los resentimientos.
Una gran cantidad de parejas ocultan sus compras a su pareja para evitar confrontaciones, comienzan a mentir en pequeñas cosas que van minando la confianza y la franqueza deseable en una relación. La presión por la falta de dinero hace que surjan problemas de comunicación, tensión negativa en la familia, angustia y soledad. ¿Resultado? Crisis de pareja.
Poco dinero, mucho amor
"El dinero va y viene". Eso se ha dicho siempre, y es verdad. Así como es un hecho que una crisis económica es un problema, hay que tener en cuenta que hay que ocuparse del tema, no preocuparse.
Es decir, el dinero es uno de los temas tabú en la pareja, pero la única manera de que no se interponga en medio de una relación es sacarlo a la luz claramente. Hablar y discutir las finanzas abiertamente entre los dos es absolutamente necesario y, una vez que se hace, la tensión desaparece instantáneamente sin importar cómo de grave sea el problema económico que tenemos. La pareja se une más para enfrentar la crisis en vez de dejar que la crisis la separe.